❝ 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍 𝐃𝐄 𝐙𝐇𝐔𝐙𝐇𝐈-𝐋𝐀𝐍𝐆. ❞

«La canción de ZhuZhi-Lang.» – Parte I

Extra – Capítulo 85


ZhuZhi-Lang había estado consciente desde el principio de que era un monstruo repugnante.

Incluso en la frontera del sur, que estaba infestada de monstruos, aun así, podía considerarse un monstruo entre los monstruos.

En aquel entonces, no se llamaba ZhuZhi-Lang. No tenía nombre. Por lo general, cuando la gente veía un monstruo serpiente medio humano reptando por el suelo, nadie pensaría en darle un nombre. Incluso si pudieran, los demonios en la frontera del sur estaban más interesados ​​en darle unas patadas o pincharle la cola, ver si esta criatura tenía algo con qué defenderse, si moriría si la golpeaban.

Su rutina diaria era muy simple: reptar, buscar agua, reptar, buscar comida, reptar, luchar con otras bestias demoníacas.

A pesar de que su apariencia no era agradable a la vista, cuando surgía la necesidad de luchar, no estaba en gran desventaja. Por el contrario, su cuerpo no solo era flexible y ágil, sino que su asquerosa apariencia también hacía que sus oponentes se distrajeran en medio de la batalla.

Por lo tanto, esta cosa fea y problemática era extremadamente mal vista en la frontera del sur.

Incluso TianLang-Jun, un noble de excepcional crianza y educación, lo escudriñó durante un rato la primera vez que lo vio. —Qué feo. —Dijo seriamente.

Los apáticos soldados con armadura negra a sus espaldas no respondieron, por supuesto. TianLang-Jun siguió quejándose con Dios sabe quién. —Es tan feo. —Repitió.

El énfasis de esas palabras fue demasiado fuerte. La cosa se encogió un poco.

Pero de alguna manera, no parecía haber ningún asco real en el comentario de este noble. Había visto miradas de asco muchas veces, no eran en lo más mínimo así.

TianLang-Jun se medio agazapó gallardamente y se quedó mirándolo. —¿Te acuerdas de tu madre? —Preguntó.

La cosa negó con la cabeza.

—Hmm. Me parece justo. Si tuviera una madre así, también preferiría no recordarla.

No sabía qué decir. Por supuesto, incluso si supiera, tampoco podría hablar. Solo podría sisear suavemente.

TianLang-Jun sonrió. —Pero, aun así, hay algunas cosas que debes saber. Tu madre murió. Yo soy su hermano mayor. En respuesta a su último deseo, vine a verte.

Los demonios eran fríos. Podían hablar de la muerte de un pariente consanguíneo tan fácilmente sin preocuparse. Una simple oración fue todo lo que hizo falta para explicarlo.

La cosa realmente no sintió nada en particular y solo asintió, aturdida.

TianLang-Jun pareció haber perdido interés. —Bien. He cumplido con su último deseo. —Dijo monótonamente. —Todos estos son tus subordinados. De ahora en adelante, esta zona te pertenece.

Los ‘subordinados’ a los que se refería eran los cientos de soldados con armadura negra que habían venido con él, el aire a su alrededor era oscuro y opresivo. Estas cosas no tenían mente propia y no podían pensar, mas no le temían al dolor, no le temían a la muerte, no se cansaban y nunca se detenían. Aunque podían formar un ejército que lo conquistara todo, se le entregaron de manera tan casual a un monstruo mitad serpiente, así como así.

Se levantó, se limpió un poco de polvo inexistente del dobladillo de su ropa y se giró para irse. Por alguna razón, la cosa reptó lentamente para seguirlo.

TianLang-Jun se dio la vuelta, desconcertado. —¿Por qué me sigues?

El chico serpiente no se atrevió a moverse. Al ver esto, TianLang-Jun dio otro paso. La cosa comenzó a seguirlo otra vez.

TianLang-Jun dejó de caminar. —¿No entiendes lo que digo? —Preguntó con confusión.

Después de que esto sucediera unas cuantas veces más, TianLang-Jun optó por ignorarlo y siguió caminando con las manos entrelazadas a la espalda. El chico serpiente lo ‘siguió’ torpemente.

TianLang-Jun tenía una identidad especial, su linaje era respetable, su posición y estatus social extraordinarios. Naturalmente, no le faltaban enemigos. A lo largo del camino, hubo innumerables enemigos que habían venido a fastidiarlos. TianLang-Jun claramente no necesitaba que otros lo ayudaran, pero la cosa aun así luchó como si su vida estuviera en juego, dedicando la escasa fuerza de batalla que tenía.

Esto sucedió tantas veces que TianLang-Jun ya no pudo ignorar su presencia.

Miró al chico serpiente, cuyo cuerpo estaba cubierto de escamas y heridas. —Sigues siendo muy feo. —Comentó.

Herido por esas palabras, el chico serpiente retrocedió. TianLang-Jun sonrió. —Tan terco también. No es muy agradable.

Después de seguirlo durante tanto tiempo, nunca había retrocedido sin importar el tipo de dificultades que tuviera que enfrentar. Pero ante esa crítica despiadada, de repente quiso darse la vuelta e irse corriendo… No, reptando.

Inesperadamente, al momento siguiente, la mano desnuda de TianLang-Jun se posó sobre la coronilla de su cabeza. —Tan feo y terco, no puedo soportarlo más. —Suspiró.

Una peculiar sensación cálida y fresca le recorrió las extremidades y los huesos.

Pero la cosa no tenía extremidades.

Muy pronto, el chico serpiente se dio cuenta de que a su cuerpo anteriormente deformado le habían crecido, en algún momento, cuatro extremidades completas. Diez dedos, cosas que solía considerar exquisitas e inalcanzables, se adherían a sus nuevas manos.

Este era el cuerpo de un joven entre los quince y los dieciséis años, de piel blanca y porte esbelto. Era un cuerpo sano y completo. TianLang-Jun apartó la mano, la pálida figura de una persona se reflejaba en sus iris oscuros.

TianLang-Jun se sostuvo el mentón. —Creo que esto es más agradable a la vista. ¿Tienes alguna queja?

Separó los labios con la intención de hablar. Aunque por fin había obtenido una forma humana, su boca y lengua se negaban a moverse como quería. Abrió la boca e hizo un sonido lento. Un líquido tibio se filtró por las comisuras de sus ojos.

A pesar de que ZhuZhi-Lang creía firmemente que las acciones de su señor siempre eran correctas, en secreto pensaba que su cabeza podría no ser muy funcional.

Después de recibir el consentimiento tácito para seguir a TianLang-Jun, ZhuZhi-Lang no tuvo un nombre durante mucho tiempo.

TianLang-Jun no ordenaba a la gente a menudo. Tampoco había necesidad de dirigirse a él por su nombre, así que pasaron bastantes meses así.

Hasta cierto día en que TianLang-Jun quiso encontrar una copia de una antología de poesía del Reino Humano. No pudo encontrarla después de buscar por arriba y por abajo, por lo que no tuvo más remedio que pedirle a alguien que lo ayudara. Entonces, de repente, recordó la presencia casi imperceptible de su sobrino, que estaba parado en silencio en un rincón.

Pero después de gritar con un «Oye», no supo cómo continuar la oración. TianLang-Jun frunció el ceño, pensando por un momento. —¿Nunca pregunté tu nombre?

—Milord, este subordinado suyo no tiene nombre. —Respondió honestamente.

TianLang-Jun quedó perplejo. —¿Cómo es posible que no tengas nombre? Qué raro. Entonces, ¿Cómo debería llamarte?

—Milord puede llamarme como quiera.

Después de decir esto, se dirigió a un estante, tomó el libro que TianLang-Jun había metido descuidadamente después de terminar de leerlo la última vez y lo presentó con ambas manos.

TianLang-Jun quedó muy satisfecho. Recibió la antología de poesía.

—No tener un nombre no es nada de qué preocuparse, solo tenemos que darte uno. —Bajó la cabeza para hojear unas cuantas páginas, eligió unas palabras y dijo casualmente. —Te llamaremos ZhuZhi-Jun.

Tenía buena vista, por lo que lanzó una mirada rápida.

—«Verde, oh verde es el sauce, plácido, apacible el fluir;

Escucha y oigo en el río, canciones de mi amor, mi prometido.

Al este, el sol está en lo alto, al oeste, persisten las lloviznas;

Aunque se diga que el sol no es nada, para mí, mi sol resplandece.

(Aunque se clama indiferencia, aun así, guardas sentimientos de amor)»[1].

La canción de la rama de bambú. Negó con la cabeza.

—¿No te gusta? —Dijo TianLang-Jun.

Le entregó el libro.

—Tan quisquilloso. Entonces elige uno tú.

No sabía si reír o llorar. —Milord, solo los nobles se pueden nombrar «Jun».

—Tan joven, pero tan particular con esas cosas —Dijo TianLang-Jun. —Bueno, entonces te llamaremos ZhuZhi-Lang.

TianLang-Jun nunca se tomaba en serio nada de lo que hacía. Le dio vida sin darse cuenta, le dio un nombre sin darse cuenta. Sin darse cuenta, había permitido que «ZhuZhi-Lang» naciera en este momento y lugar.

No importa cuán descuidado, no importa cuán absurdo, seguía siendo TianLang-Jun, por quien ZhuZhi-Lang cruzaría océanos y pisaría infiernos, por quien estaba dispuesto a arriesgar la vida y la integridad física.

Poco podía imaginar que TianLang-Jun también se preguntaba: ¿Este sobrino suyo había pasado demasiados años como una serpiente y se había vuelto estúpido?

Negarse a llamarlo ‘tío’, insistir en llamarlo ‘Milord’. Negarse a ser un señor en la frontera del sur, insistir en ser un recadero aquí. Negarse a aceptar un nombre y rango honorables, insistiendo en rebajar su propio estatus.

Realmente era un poco estúpido. Pero un cerebro disfuncional era algo que duraba toda la vida, no se podía evitar. Déjalo ser.

A TianLang-Jun realmente le gustaba mucho todo lo relacionado con los humanos, desde el fondo de su corazón.

Muy probablemente, sentía que los demonios eran un montón de cosas frías y aburridas. Era una historia diferente para esta raza extranjera: tenía una pasión por los seres humanos casi anormal y un romanticismo sobre la humanidad casi exagerado.

Cada vez que salían, el lugar que visitaban con mayor frecuencia eran las zonas fronterizas. Al cruzar los reinos, los tiempos más cortos se dedicaban a beber un poco de licor y escuchar historias, mientras que los tiempos más largos eran un año más o menos viajando de un lugar pintoresco a otro.

A TianLang-Jun no le gustaba mucho que lo siguieran. El ejército de soldados con armadura negra a menudo se despachaba en cientos y miles. Sin embargo, ZhuZhi-Lang no hablaba mucho y nunca trataba de evitar que hiciera nada, solo lo seguía en silencio, por lo que no había mucha diferencia si estaba allí o no. También podía ayudar a pagar las cuentas y hacer algunos recados; su servicio era muy conveniente y considerado, por lo que no le desagradaba particularmente.

Incluso cuando se reunía con esa doncella Su, a ninguno les importaba que los siguiera. Lo trataban tácitamente como una serpiente que no podía entender a los humanos, que se ocupaba de sus asuntos como si no hubiera nadie alrededor.

Solo una vez intentó alejar a ZhuZhi-Lang, y usó la palabra «lárgate». Esa fue la única vez que TianLang-Jun, cuyos modales siempre fueron refinados y gentiles, dijo una de las palabras más groseras que jamás había pronunciado.

Montaña Bailu.


Notas:

[1] Usé la traducción de Andrew W.F. Wong y el chino para traducir, ya que no encontré nada en español.Este es un poema de amor del autor Liu Yuxi, 竹枝詞/zhuzhi ci («La canción de la rama bambú», adaptado a «La canción de ZhuZhi» en los títulos de estos extras). Lo que está en paréntesis y cursiva en el capítulo es lo intraducible que queda usando los respectivos homófonos de 晴, lit. «soleado/despejado» y 情 lit. «amor/pasión» y el juego de interpretaciones con el resto de la línea. Dicha línea en paréntesis también es citada por TianLang-Jun en el capítulo 80 mientras habla con Shen QingQiu.


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